Experiencia de A+S 2017 - 2018

Actualmente existe un alto número de universidades en Chile que utilizan esta metodología, la

mayoría de ellas han optado por desarrollarla a través de distintos procesos, pero todas concuerdan

en los principios generales del A+S, coordinándose bajo la Red de A+S de Chile – REASE-.

Específicamente en torno al Estado ha habido diversas iniciativas que han tenido a la base el A+S,

pero éstas lamentablemente no han tenido continuidad a causa de los cambios de gobierno. Otros

países Latinoamericanos tienen políticas de estado sobre el A+S, o con enfoques comunitarios, para

la educación y el desarrollo social del país. En este tema, todos los entrevistados concuerdan en la

importancia de llevar esta metodología a nivel de Estado y transformarla en una política pública.

“Creo que aprendizaje y servicio no sólo involucra una reforma en las prácticas de los servicios

públicos que se acercan a las universidades o a los colegios incluso, sino que debiera involucrar una

reforma general en la política pública, y una reforma general implica por supuesto una reforma en

el ministerio de educación, al igual que en los distintos ministerios que acojan” (Entrevista 5).

Discusión de Resultados

La crisis educacional ha traído consecuencias como la falta de sentido del aprendizaje, la

desmotivación de los estudiantes, la desconexión con el futuro rol profesional y la realización de un

trabajo descontextualizado. “(...) la educación del siglo XXI va a seguir fracasando en su búsqueda

de transformar la sociedad, concentrándose mayoritariamente en la dimensión del saber conocer, y

si es que no termina de entrar con fuerza en la dimensión del saber hacer” (Entrevistada 1).

“Chile experimenta hoy un importante desencuentro entre los cambios de la vida social y su

procesamiento institucional. Y así, las instituciones pierden aceleradamente su legitimidad y los

individuos ven crecer su incertidumbre y malestar” (González, 2012, p. 302). Esto genera una

desconfianza entre ambos actores -públicos y ciudadanía-, complicando los procesos de politización

del país. Así, se genera sistemáticamente un malestar social que en la última década se ha estado

expresando en las calles de Chile sobre todo a través de manifestaciones estudiantiles (Sandoval,

2012).

Chile no se arriesga a realizar cambios estructurales que permitan transformar realmente la

sociedad. Hasta el momento no hay una ciudadanía que sea considerada relevante para la

construcción de la sociedad chilena. Dentro de la política de calle la práctica más participativa que

ha habido refiere a las asambleas participativas, la cual lamentablemente no genera un espacio

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