¿Cómo promover las habilidades del siglo XXl en trabajos grupales durante la formación docente?

plazo (por ejemplo, en laboratorios o en salas de computación), es recomendable que la tarea sea desarrollada por grupos pequeños (dos a tres integrantes). Por su parte, para las tareas que poseen un plazo mediano o largo y que, conjuntamente, demandan la asignación de varios roles dadas las distintas actividades involucradas, es apropiado considerar grupos de cuatro a cinco integrantes. Además de los factores ya mencionados, la decisión final dependerá de las características de los y las estudiantes. Por ejemplo, es relevante saber si el grupo ha tenido previamente experiencias de trabajo grupal con foco en lo colaborativo o si es que, al trabajar en grupos mayores (cuatro o más integrantes), hay tendencia a subdividirse en parejas (o, incluso, a trabajar de forma aislada todos los miembros de un mismo grupo). Tal y como se mencionó al final del apartado anterior, las características específicas del grupo completo en el que se esté implementando la docencia deben ser relevantes al momento de evaluar la manera en que se llevarán a cabo instancias de trabajo grupal conducentes a un aprendizaje colaborativo. En ese sentido, será fundamental tener un conocimiento de quiénes son los y las estudiantes que componen un curso, ya sea para privilegiar la heterogeneidad o la homogeneidad de los grupos. A su vez, se debe evaluar la conveniencia de que los y las integrantes de los grupos sean definidos de manera aleatoria, que sean escogidos por los propios y propias estudiantes, o que sean designados por el o la docente. En general, la presencia de grupos de carácter heterogéneo es un elemento positivo en los procesos de enseñanza y aprendizaje, especialmente, debido a que favorece la promoción y valoración de la diversidad, un pilar crucial en la Selección de integrantes por grupo

concepción de lo colaborativo como motivación para el aprendizaje. Sin embargo, tanto los grupos homogéneos como heterogéneos tienen ciertas ventajas y desventajas. Por una parte, los grupos heterogéneos poseen, precisamente en su fortaleza, el factor más complejo, ya que la aceptación de la diversidad dentro de los distintos grupos hará que ciertos criterios diferenciadores puedan causar conflicto o dificultades dentro de algunos de estos (por ejemplo, el estatus que poseen los y las estudiantes en un curso, ya sea en términos académicos o socioafectivos). Esto podría repercutir en aislamientos al interior de un grupo o en la asignación de roles que no permitan que ciertos estudiantes manifiesten sus razonamientos y contribuyan de manera efectiva y profunda a la tarea común. En el caso del criterio de heterogeneidad para la confección de los grupos, es posible identificar como un aspecto positivo el hecho de que, dependiendo de las características de la tarea, pudiese ser útil o eficiente agrupar a estudiantes que poseen ciertos aspectos en común (por ejemplo, ciertos intereses o experiencias afines), o bien, que tienen un propósito común. No obstante, y como es de esperar, la concentración de ciertos perfiles en determinados grupos podría atentar contra el principio que inicialmente se indicó como deseable en contextos de trabajo colaborativo: la riqueza de interacciones entre seres diversos y, en consecuencia, la valoración de las diferencias entre los y las integrantes.

Asignación de roles

En directa relación con los apartados anteriores, la designación del rol que cada miembro de un grupo adopta en pos del logro de los objetivos de la tarea y, en particular, con el propósito de que se preserve una intención colaborativa en las acciones realizadas, es esencial. De la misma forma en que la selección de quienes formarán parte de cada uno de los grupos de un curso puede quedar en manos

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